lunes, 28 de marzo de 2011

El Abogado del Diablo y YO


Después de haber visto esta película, con el personaje que más me identifico es con  Kevin Lomax, no solo por lo que tenemos en común sino también por lo que nos diferenciamos. Esto por varias razones con las que espero poder explicarme. Primero que todo, el personaje aparenta haber sido un excelente alumno, por ende lo tan buen abogado que es. Yo en lo personal, he sido tal vez no muy inteligente pero si muy estudioso. Segundo, los valores en los que él se crió tienden a parecerse a los míos, son familias fieles creyentes de una religión es algo que ambos compartimos. La mamá de Lomax encarna de algún modo lo divino de la película, mis padres tienen ese papel en mi vida. Tercero,  Lomax siempre se veía tentado a ganar, sino lo ganaba prefería renunciar al caso. Nunca me he visto en esta posición de renunciar a casos, pero lo comparo con los retos de la vida, a veces, lastimosamente me he comportado de la misma manera, siempre que realizo alguna actividad o resuelvo algún problema, espero terminarlo satisfactoriamente, sino mejor ni lo hago. Claro no siempre es así, sé que unas de mis cualidades es que sí sé perder cuando tengo que perder. Pero sinceramente ¿a quién le gusta eso? ¿Mejor evitar la pérdida y llevar a cabo cosas de las que sabemos somos buenos y podemos lograrlas? Espero no ser como Lomax en este sentido.

¿Será que es malo ganar siempre? La respuesta depende de cada persona, la obsesión con ganar puede convertirse en un exceso, y se sabe que todo exceso es malo. Lo que no está mal es tener mente de ganador, estar centrado en la meta siempre será digno de reconocimiento.  Tomando detalles de la película, el diablo era quien siempre le hizo ganar todos los casos al abogado estrella, era el diablo quien lo sedujo con  sus triunfos, en nuestras vidas a veces vemos lo que queremos muy cerca y caemos en la tentación de lograr todo de la manera más fácil y así puede que salgamos triunfantes. El abogado al finalizar la película se entera sobre la razón de sus exitosos casos y logra acabar con lo que el diablo quería, pero ¿nosotros? ¿Nos daremos cuenta cuando lo malo nos seduce? ¿Tomamos conciencia de que no todo lo que brilla es oro? Hay que mantenernos firmes en lo que pensamos y creemos para salir avante en problemas cotidianos.

Este abogado estaba tan centrado en su trabajo, que amaba con todo su ser cada prueba, cada obstáculo que se le presentaba y así fue resolviendo los casos en su pueblo (donde adquirió fama) y después en Nueva York, donde se desempeñaba como un defensor de una firma muy prestigiosa. Él creía que estaba en lo alto de su carrera y quiso demostrar que podía llegar aún más alto, pero se volvió demente. Tanto así que dejó de un lado lo que más le causaba felicidad en su vida, su esposa. Mary Ann una joven felizmente casada que creyó en el amor verdadero y que deja su pueblo para apoyar a Lomax. Ella se suicida ante la locura de su vida, ante la soledad que el trabajo de su marido le provoca, tener suficiente dinero y vivir cómodamente no era su meta de vida, sino compartir su vida con el hombre al que amaba. Kevin  la amaba con todo el corazón pero ella no era motivo suficiente para hacerlo abandonar lo que tanto le apasionaba. Él lo evidencia en la parte en la que John Milton le ofrece una oportunidad de salirse de un caso: Me da miedo dejar el caso, que ella mejore y después odiarla por eso”. El personaje estaba convencido de sus prioridades y en eso me contradigo mucho con él, hasta el  momento yo tengo mis prioridades bien establecidas. No ha habido una solo ocasión en la que he preferido el trabajo que mi familia, y espero encontrar un balance estable donde se puedan fusionar mis seres queridos con mi trabajo.

He de ser sincero por un momento dude de seguir estudiando leyes. Pero a través de la trama de la película confirmé que estoy en lo mío. Dude al ver como el trabajo y la pasión del derecho consumían al exitoso abogado, dude también al ver que los valores en los que él había crecido estaban desapareciendo de su personalidad. Pero confirmé que si quiero estudiar leyes al ver como el personaje le hacía frente a las tentaciones y se dejó guiar por el buen lado de la historia. Al verlo asumir los retos y dejar pasar los obstáculos que impedían su éxito. Esta película me aclaró también el papel tan importante que ejerce la vanidad en nuestras vidas, por momentos dejamos de lado la humildad y creemos saberlo todo y queremos ser centros de atención, y no está mal sentir atención y no se trata de vivir con un perfil bajo, pero la solución radica en que estemos al servicio de los demás y no solo de nosotros mismos.

Se ha enseñado popularmente que el trabajo de la abogacía como un trabajo de buena oratoria y de defensa agresiva, quien no sepa hablar no puede ser abogado,  Kevin Lomax hablaba con un vocabulario culto, y demostraba que sabía y conocía muy bien de todos los temas. Su oratoria era perfecta pero solo eso no representa un abogado, con el simple hecho de tener la razón (o creer que la tiene) no es suficiente para ser un buen letrado. No hay que olvidar los valores ni los principios. Se debe romper con el esquema de que el abogado solo habla y discute para lograr ganar un juicio. En la película el personaje principal le grita a John Milton (su padre) que él solo gana, no pierde puesto que eso es lo que un abogado hace, ese es su trabajo y que a eso se dedica. Milton dice que toda actividad cotidiana incluye al derecho y por ende permite (al que sabe) tener más control. Pero, en mi opinión eso no es ser un abogado. Un abogado es defender, y respetar el cumplimiento de los derechos y del bienestar de los demás. Es luchar por la justicia y no por la vanidad de nosotros mismos.

jueves, 24 de marzo de 2011

EL SOFISMO

El sofismo es una corriente filosófica, tiene antecedentes en la antigua Grecia antes de Cristo, se les decía “sofistas” a los eruditos, sabios y entendidos del aquel momento. Andaban de un lugar a otro, participando en la política y cobrando por sus lecciones. Las asignaturas que impartían eran: oratoria, retórica, elocuencia y dialectal. Los sofistas se interesaban más por conocer y hallar la verdad y más aun de si ésta verdaderamente existe. Sabían de todo (o mejor dicho de casi todo, porque conocer todo de todo es imposible) no buscaban la verdad sino la apariencia de saber. Algunas de las conclusiones a las que llegaron fueron que: “no hay verdad absoluta” (relativismo) y “si la hay, no es posible conocerla” (escepticismo). Entre algunos sofistas destacan: Protágoras, Gorgias de Silicia, Hipias y Sócrates.
Pero con el pasar de los años se fueron convirtiendo en figuras y pensamientos severamente criticados por Platón y Aristóteles; se les decía sabiondos. Platón y Aristóteles los censuraron por aceptar dinero.  Fueron acusados por el Estado falta de moral. Desde entonces la palabra sofista tiene un significado despectivo, que puede ser definido como engañoso o como razonamiento falso.
¿En qué se relaciona eso conmigo? Pues en que de vez en cuando queremos saber sobre todo, en mi caso ese es el problema, el querer saber de todos los temas me toma mucho tiempo, y no es que eso esté mal, pero no debería ser lo que me apasione. Es decir, está bien saber de actualidad y de historia, de dónde venimos y hacia dónde vamos, pero a veces porque querer saberlo todo, perdemos el rumbo, carecemos de sentido de vida, pues se nos educa a estar al corriente de todo y no a vivirlo todo.
La pregunta: ¿Me considero sofista? No. Esto no implica que no me apasione saber y criticarlo todo, no significa que pierda el interés en el pasado, la actualidad o el futuro. Pero ese no es el eje de mi vida, lo que si pienso que es verdad absoluta es que algún día moriré, no sé cuándo, por mientras seguiré, llenandome cada día de nuevas experiencias y conociendo, investigando y analizando las cosas del diario vivir.